La tranquilidad del Pantanal, en Mato Grosso do Sul, fue quebrada por una escena de terror digna de un documental de supervivencia. El cuidador Jorge Ávalo, de 60 años, murió el pasado lunes tras ser brutalmente atacado por un jaguar en una región aislada conocida como Touro Morto, en el municipio de Aquidauana, Mato Grosso do Sul. La tragedia movilizó un equipo de trabajo integrado por policías ambientales, guías y un investigador especializado en vida silvestre.
El ataque ocurrió cerca de la confluencia de los ríos Miranda y Aquidauana, en una zona de denso bosque, donde el difícil acceso y el alto volumen de agua debido a las lluvias hicieron todo aún más complicado. Jorge trabajaba en un lugar de pesca de la región y fue sorprendido por el animal mientras realizaba tareas rutinarias en el campamento. Las marcas de violencia dejaron claro que no tenía posibilidad de defenderse.
La caza del jaguar comenzó poco después de confirmarse la muerte del cuidador. Siete profesionales unieron esfuerzos en la búsqueda del animal, que fue localizado y capturado durante la madrugada. Se trata de un macho adulto, de 94 kilos, visiblemente delgado y débil. El animal fue sedado de forma segura y, según el investigador Gedienson Araújo, parecía no haber comido durante días. Se instaló un acceso venoso junto con un monitor de temperatura y frecuencia cardíaca, lo que permitió monitorear la salud del felino durante el transporte.
“Vamos a enviar a este jaguar al centro de rehabilitación, donde se le realizarán exámenes completos. Necesitamos determinar si existe alguna condición física, enfermedad o falta de alimento que pudiera haber provocado este comportamiento anormal”, dijo Gedienson, quien forma parte de un grupo que monitorea a los grandes felinos en el Pantanal.
El caso levantó alerta en la región. Los ataques de jaguares a humanos son extremadamente raros, pero cuando ocurren, generalmente involucran animales enfermos, heridos o en situaciones de estrés extremo, como hambre prolongada o pérdida de territorio. También existe la posibilidad de que el animal haya sido sacado de su área natural por acciones humanas, como quemas, deforestación o caza ilegal, factores que han reducido drásticamente el espacio de los jaguares en estado salvaje.
La zona de Touro Morto es una de las más remotas del municipio de Aquidauana. Bosque denso, ríos caudalosos y la presencia de animales salvajes forman parte del paisaje del Pantanal en Mato Grosso do Sul, uno de los biomas mejor conservados de Brasil, pero también uno de los más amenazados por la acción humana en los últimos años. Según el ICMBio, el 75% del territorio de Aquidauana está dentro de los límites del Pantanal.
Los habitantes de la zona y los trabajadores del sector pesquero están asustados. Muchos reportan que en las últimas semanas han visto a los jaguares acercándose a zonas habitadas, posiblemente debido a las crecidas de los ríos, lo que obliga a los animales a buscar terrenos más altos y, en ocasiones, más cercanos a los humanos.
Pese a la tragedia, los expertos llaman a la calma y destacan que los jaguares no son animales naturalmente agresivos hacia los humanos. El comportamiento de la especie es solitario y evitan el contacto siempre que sea posible. “Este fue un caso inusual y la prioridad ahora es investigar qué llevó a este animal a atacar”, destacó el comandante de la Policía Militar Ambiental involucrado en el operativo.
Capturar al animal es sólo el primer paso de un proyecto que involucra conservación, investigación y prevención. El jaguar será analizado, rehabilitado y, si está en buenas condiciones, devuelto a la naturaleza en un lugar seguro lejos de zonas con presencia humana. La muerte de Jorge Ávalo, sin embargo, deja una herida difícil de sanar, tanto para su familia como para la comunidad que vive en medio de la belleza y los riesgos de la mayor llanura inundable del planeta.
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