Desde Pedro Juan Caballero, la ingeniera agrónoma Ruth González apostó a innovar en el rubro cosmético y, utilizando su pasión por la apicultura, empezó a elaborar artesanalmente jabones, cremas hidratantes e, incluso, exfoliantes y bálsamos labiales que conquistaron a los consumidores por su gran calidad y naturalidad, dos cualidades especialmente requeridas en el ámbito del cuidado corporal.