Y ante ello urgió a «anunciar el Evangelio donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece», en una homilía enfocada en la misión de evangelizar de la Iglesia.
El primer papa estadounidense, Robert Francis Prevost, comenzó la misa en inglés, dirigiéndose a los cardenales, para decirles que le han «llamado para llevar una cruz y para ser bendecido con esta misión», al tiempo que les pidió que «caminen» a su lado.
Después continuó en italiano su primera homilía como papa para lamentar que en la actualidad «son muchos los contextos en los que la fe cristiana se considera un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes» y en los que «se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer».
Denunció que se trata de ambientes «en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece».
«Son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad», añadió.
Pero también criticó la visión de algunos de un Jesús «reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados», de los que dijo que de ese modo terminan viviendo «un ateísmo de hecho».
Por ello pidió a los miembros del colegio cardenalicio presentes, también los mayores de 80 años que no votaron, que «como enseñó muchas veces el papa Francisco», den «testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador».
Y para ello, agregó, «es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia».
También deseó que durante su misión como sucesor de Pedro el «poder hacerse pequeño» para que Dios «sea conocido y glorificado y gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo».
León XIV se ha situado detrás del altar de la Capilla y ha abierto la misa con la invitación a todos los presentes al acto penitencial, pronunciada en latín, con el fondo del fresco de «El juicio final» pintado por Miguel Ángel.
La misa se desarrolla en latín, con las dos lecturas en inglés y en español.
Aún se desconoce la fecha de la a celebración de la misa solemne de inicio de pontificado, a la que está previsto que acudan delegaciones de todo el mundo.
EFE
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