En nuestro país los números avalan la escalada. De enero a octubre del presente año, fueron 464 episodios fatales, los perpetrados por personas que decidieron acabar con sus existencias.
Con el promedio de 46 episodios por mes en los primeros 10 meses del año, el 2022 pasó a ostentar, de lejos, el record de las últimas décadas.
El fenómeno no tiene el abordaje que debería haber tenido, por parte de organismos estatales, principalmente de Salud Pública.
Con apenas 160 profesionales de la sicología, a la dirección de Salud Mental no le alcanza la actual estructura para enfrentar la epidemia de suicidios que se verifica en todo el país.
De lo que Salud pública recoge como información sobre elementos propiciadores se menciona algunos de los disparadores.
Los dos años de la pandemia, con la cuota de 18 mil muertes, familias desestructuradas por los fallecimientos, o por pérdidas materiales que obligaron vender bienes para encarar costos de medicina e internaciones.
Otro elemento que contribuye a la disparada de suicidios consigna que la situación económica sume a personas de diversos segmentos, en la incertidumbre y la falta de perspectivas de futuro.
Un elemento que resaltan los números, es el que refiere el alto número de jóvenes de 18 a 29 años que acabaron con sus vidas. / hoy /