“Siempre es interesante el debate sobre temas de esta naturaleza porque implican la necesidad de establecer una política pública. Lo que no se debe es inducir a la fantasía de que resolverá todo el problema desde el punto de vista de una perversión sexual. Lógicamente a todos nos impacta y nos asquea desde el punto de vista moral una violación a menores, pero necesitamos debatir esto con racionalidad desde el punto de vista jurídico e interdisciplinario”, comentó.
Asimismo, acotó que “no se debe debatir como una medida populista, lo que menos hay que hacer es politizar un tema de esta naturaleza, debe ser bien discutido y analizado. El abordaje de alguien que comete el delito sexual es multidisciplinario, es psicológico, medicamentoso, hormonal, penal, se tiene que mejorar por ejemplo nuestro sistema penitenciario, que sea un lugar donde se pueda realmente rehabilitar al que es sancionado”.
Señaló que se debe tener a la vez un equipo multidisciplinario para realizar la rehabilitación. “Solo con elevar las penas y utilizar este tipo de herramientas no se resolverán los problemas, hay estadísticas al respecto, son pocos los países que están utilizando como experiencia este tipo de herramientas”.
Desde el punto de vista médico detalló las diferencias entre una castración quirúrgica y química. El primero consiste en extirpar los testículos a los violadores, teniendo en cuenta que es el lugar donde se produce la testosterona, hormona que permite el deseo sexual, el impulso sexual y cuando existe un exceso, la agresión sexual.
Mientras que la castración química implica darle a los violadores hormonas femeninas, del tipo de las progesterona, con la finalidad de inhibir la testosterona. “Es una castración reversible, no como la castración quirúrgica que es definitiva”, indicó a la 1020 AM.
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